domingo, 2 de octubre de 2011

Resumen

Una vez leídos los diferentes artículos, se puede llegar a varias conclusiones:


En primer lugar, hay que olvidarse de la famosa frase “como soy bilingüe, tengo formación de sobra para poder traducir un texto”; evidentemente, eso no es así, denota vanidad. Ser traductor no sólo consiste en hablar y entender la lengua origen y lengua la meta a la perfección sino que también es relevante una buena interpretación del texto. Se puede conseguir un grado elevado del conocimiento de una lengua y un buen dominio del vocabulario, aunque todos sabemos que en esta vida la perfección no existe; lo que existe es el progreso, el cambio y el aprendizaje continuo. Por otra parte, lo ideal sería que a un traductor le apasionaran los idiomas con los que trabaja a diario. Debería centrar su interés en todo lo relativo a ellos como pueden ser las culturas, la lingüística y la historia. Para ser un verdadero profesional en este oficio, hay que adaptarse al tipo de documento con el que estamos trabajando.

En segundo lugar, surge el eterno debate de los ordenadores como métodos de traducción informática vs. el traductor en persona. Por mucha tecnología que nos rodee e invada en la actualidad, siempre será necesaria la figura humana para triunfar en un negocio. No obstante, sí que es cierto que nos gusta combinar y comparar nuestras ideas con las de otros programas informáticos para poder obtener un mejor resultado valorando otras opciones y alternativos.

Como conclusión, podemos afirmar que en nuestra sociedad actual la necesidad de traducciones va en aumento. Un dato básico que hace que nos demos cuenta de si de verdad queremos ser traductores, es preguntarnos si estamos “enamorados” de la lengua en el más amplio sentido de la palabra. Si la respuesta es afirmativa, podemos dar por hecho que estamos en el camino correcto y que sin duda alguna, queremos dedicar el resto de nuestra vida a la traducción.

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